lunes, 1 de agosto de 2011

ES HORA (30 de abril)

“Cuánto te quise, quizás, seguirás sin saberlo”… Sí, probablemente nunca lo sepas, yo ni siquiera lo sabía hasta hace unos meses. Son muchas las cosas que no sabemos de nosotros mismos hasta que llega el momento de reacción, hasta que llega un flash que a veces paralizante puede hacernos recordar en milésimas de segundos miles y millones de pequeñas y grandes cosas. Esas cosas pueden llenarnos de alegría en el momento adecuado, y pueden hacernos doler hasta lo más profundo en el momento menos esperado. Nunca piden permiso para aparecer, son las clásicas visitas indeseadas al alma, sólo para recordarnos lo que perdimos en el camino, lo que debimos haber hecho, lo que pudo haber sido…


Puedo seguir días, semanas, meses escribiendo sobre vos, y lamentándome una y otra vez de mí misma por haber sido así de idiota, pero creo que jamás llegaría a nada más que eso, sentir pena por esta idiota que no supo cuidar nada.
Anoche, decididamente no estaba lista para verte, y sólo un instante fue suficiente para cambiar mis expresiones, hubiera querido que fueran de alegría, hubiera querido que vengas a preguntarme cómo he estado, qué ha sido de mi, cómo están mis cosas, hubiera querido simplemente un “hola, como andas?, tanto tiempo”, aún cuando no fuera a interesarte la respuesta. Pero supongo que ni derecho a un saludo tuyo me queda, no debería ni siquiera esperarlo, mientras vos sos la única cosa en el mundo que deseo, mientras sos la única persona en mi planeta, yo quizá sea la última persona que quieras ver, aquella que ni siquiera recuerdas porque decidiste dejarla atrás como se deja lo que no nos ha hecho bien. No pienso que esté mal, en tu lugar habría hecho lo mismo, supongo que debo guardarme un “lo merezco” y callarme de una vez.
Yo puedo callarme a mí misma, claro que sí, pero ¿quién calla a lo que llevo dentro? No cesa de hablar, de gritar, de llorar, y verte otra vez lo imaginaba diferente. Eso es lo malo de tener tanta imaginación, que lo que sueño e imagino no corresponde nunca con la realidad. Por si querés saberlo, por si me animo a que leas todo esto algún día, me imaginaba No soltándote, No dejándote ir, me imaginaba tal y como lo he soñado últimamente a la noche, abrazándote fuerte sin explicación alguna, sin aviso previo, sin palabras que lo arruinen. Lástima que todo en el momento me detuvo, tu indiferencia, tu No mirada, tu No saludo, tu No atención. Perdón que todo esto suene tan reclamante, es sólo que en mi imaginación verte otra vez significaba otra cosa, y de alguna manera fue decepcionante. Yo fui decepcionante, pero dolía demasiado, si supieras cuánto. Tanto que me dejé llevar por ese dolor punzante y constante, no pude ejercer control alguno, era como si cada una de las muchas personas y caras que había allí perdieron sentido, todo era borroso y sentía que yo misma no pertenecía a ese lugar en ese momento, que una parte de mí no estaba ahí sentada, no veía ni siquiera las caras amigas que intentaban hacerme volver. Sí, me había ido, algo muy fuerte me invadió, y como todo lo que invade, nunca pidió permiso. No tuve opción que dejarlo entrar para después hacerlo salir con toda la fuerza que llevaba consigo..


Ahora sé como se siente volver a verte y creo que lo más sano es que no vuelva a suceder y que nuestras vidas sigan el curso “normal” que venían llevando, ni siquiera sé como ha seguido la tuya, pero la mía ha estado casi vacía desde hace tiempo. Aún así, es hora de seguir, hora de dejar atrás lo que debe quedar atrás, y dejar aquí una pequeña imagen tuya por si acaso deba reconocerte en unos años, no quiero olvidar tu rostro del todo, aunque a veces me gustaría. Pero, de todos modos, el problema no es el recuerdo, el problema es mantenerlo aquí, en el ahora, donde no debe estar ya, a donde ya no pertenece. Así como el segundo anterior que acaba de irse, que desde ahora pertenece también al pasado, así debo seguir, dejarte ahí en un cajon con muchos candados y cerraduras con una muy pequeña fotografía tuya, y aquella tarjetita sí, esa también debe estar ahí, pero ahí deben quedarse y no salir. Estando allí, en mi cajón, son inofensivas, no pueden hacerme recordar, es por eso que si algo tengo que decidir hoy es a no pensarte más, no continuar este recuerdo constante que día a día me frena en el tiempo y no me deja lugar a nada. Te quise más que a nadie, pero es hora de dejarte ahí…

No hay comentarios: