viernes, 22 de abril de 2011

IMPUESTO AL RECUERDO

IMPONER, qué palabra fuerte ¿no?, se habla de imponer leyes, de imponer conocimientos, de imponerse, de imponerte, de imponerme… Al menos de eso habla mi mente, todo el tiempo, habla de imponerme al olvido, sí, al olvido… ese lugar lejano lejano en el que tu nombre no está, en el que tu sonrisa se disipa poco a poco, donde tus ojos se ven nublados, donde a mí me veo nublada. Estoy allí por minutos, por algunas horas quizá, y soy una imagen borrosa, te intento alcanzar pero no te encuentro, es un lugar en el que no quiero estar pero en el que debo imponerme estar. Tal vez, a la larga se haga habitable, tal vez a la larga sea soportable el estar ahí sin vos, después de todo hoy estoy viviendo de recuerdos, no te tengo conmigo, asi que ¿qué diferencia habría?

De imponer, por otro lado, también habla mi corazón, porque lo que siente se impone a lo que pienso, a lo que debería hacer, se impone a todo intento de olvidarte, no hace más que reflejar tu rostro una y otra vez, sin cansancio. Tiene más fuerza aun que la palabra IMPOSICIÓN, porque traspasa todo refugio en el cual quiera quedarme para no ver tu rostro en todas partes. Se impone deliberadamente a que no te olvide, a que tu tierna mirada se quede grabada en mis pupilas. Sin embargo, me mantiene en un letargo dulce, porque es dulce mientras estés en mis sueños, y aun estás ahí, quiero que lo sepas, en cada uno de ellos, pero es como cuando tanta dulzura provoca que luego todo te sepa amargo. Así es, me despierto y no estás en mi realidad, tan solo en imágenes recortadas que vagan por mi mente, y las detengo una a una, las observo con delicadeza para no olvidar ni siquiera tus líneas de expresión, ni siquiera el más mínimo de tus detalles, y permanecerme ahí, permanecerte ahí. Imponerme ante todo para no olvidarte nunca…
Sin embargo, mi corazón tiene la fuerza para imponerse ante mí cuando se trata de recordarte, pero es un cobarde cuando se trata de hablarte, de intentar siquiera decirte todo lo que siente y ha sentido. Ahí es donde debería actuar yo ¿no?, ahí debería imponerme y animarme a buscarte, aún sabiendo que corro el riesgo de encontrarte y tener que ser valiente. Pero yo no soy valiente, pocas veces lo he sido, es por eso que me esmero en recordarte, porque verte otra vez significaría ser lo suficientemente valiente para mirarte y no perderme, para mirarte y no pensar en milésimas de segundos en esos dos meses que vivimos. Fue poco el tiempo para conocerte por completo, pero lo hiciste especial, lo hiciste mágico ¿sabías? Fueron instantes ideales que nunca creí que iba a vivir, nunca había creído hasta conocerte que alguien podría importarme tanto. Es una pena que lo haya arruinado todo. Sos el recuerdo más bonito que puedo tener, y aunque mi alma esté dentro mío, lo que más añora es que te la quedes vos, así como te quedaste con ese pedacito de mí que no quiero recuperar, porque quiero que sea tuyo. Y esperar sí, que quizá en unos años lo sigas teniendo y aunque sea muy pequeño lo juntemos con el que tengo de vos y se vuelvan como el fuego, como una llama inalterable de lo que todo nació y por lo menos en mí, nunca murió… 



No hay comentarios: