lunes, 1 de agosto de 2011

QUIZÁS SOLO PASE UNA VEZ

“Estas esperando un tren, un tren que te llevará lejos. Sabes que quieres ir en ese tren, pero no sabes a dónde te llevará. Pero no importa, por que estaremos juntos”…


Realmente así de simple debería ser ¿no?, no debería importarnos hacia dónde vamos en la vida, o cuándo llegaremos a “la meta”, sino con quién construimos el camino, con quién admiramos el paisaje, con quién aprendemos a errar y perdonar, con quién aprendemos a sentir la realidad y a preferirla antes que el sueño.
Sabemos que existe un tren que nos llevará hacia algún lugar, pero ¿por qué cuestionamos continuamente el cuándo, el por qué y el dónde? Necesitamos demasiadas respuestas y no son suficientes, ni una vida es suficiente para respondernos todo lo que queremos saber, porque siempre querremos saber más.
Es nuestra naturaleza, nunca nos será suficiente lo que tenemos, siempre ansiamos llegar hacia ESE lugar, estar con ESA persona, o ser nosotros mismos ESE alguien especial para el otro.
Quizá todo, absolutamente cada aspecto de nuestra vida es sencillo, quizá las soluciones son sencillas, las respuestas, los sentimientos, las emociones, quizá todo es simple, pero no podemos sino complicarlo porque necesitamos ser los detectives de nuestros propios misterios, necesitamos sentir que descubrimos partes ocultas de nuestro ser, necesitamos ENTENDERLO todo, incluso aquellas cosas que no deben ser entendidas, aquellas que son por el simple hecho de ser, aquellas que ocurren porque TIENEN que ocurrir.
Pero es inevitable, siempre querremos saber por qué nos ocurren, por qué en ese momento y no en otro, por qué a nosotros, y por qué no.
Supongo que si no fuéramos así, todo sería sencillo de resolver, y cada recoveco en el alma sería fácil de interpretar, y encontraríamos en cada mínima cosa un motivo para ser felices. Seríamos felices en el momento en lugar de cuestionarnos si deberíamos o no deberíamos serlo. Sin embargo, cuando algo es simple, es DEMASIADO simple para que sea de esa manera, debe haber algo de fondo que lo haga difícil, que lo vuelva un desafío o un misterio que resolver, de lo contrario sería fácil y aburrido nuestro andar por la vida.
No pasamos por esta vida por ningún motivo, sé que los hay, sé que hay muchos motivos por los cuales nos subiríamos a ese tren, y sí, lo haríamos ciegamente, por instinto, nos arriesgaríamos sin saber hacia dónde se dirige o por qué, simplemente estaríamos en compañía de alguien que haga perfecto el recorrido, que sin importar las preguntas o lo que ocurra en el exterior vuelva el vagón de ese tren el lugar más hermoso y pacífico que hemos visitado. Porque de eso se trata ¿no?, de hallar a esa compañía “correcta” que nos haga disfrutar el viaje y que nos haga desear que ese viaje no termine mientras se encuentre con nosotros. Sin embargo, no siempre elegimos bien… Por eso, hay que aprender a modificar nuestras malas elecciones, aún cuando sean involuntarias, pero supongo que no es cuestión de decidirlo y hacerlo, lleva tiempo y lleva un cúmulo de errores que deben sumarse y de los cuales debemos aprender una y otra vez hasta que llegue aquella persona, aquel ser por el cual sepamos que podemos dejarlo todo, por el cual no nos de miedo “saltar”, arriesgar nuestro cómodo banco en el cual esperamos en la estación y subirnos a ese tren, sin tener datos, sin tener miedos, simplemente por la aventura que trae consigo el tomar un riesgo así, irnos sin saber a donde, sin saber por qué, simplemente IRNOS con la compañía que puede que sea la correcta o no, pero lo sabremos en el camino ¿no?

No hay comentarios: