viernes, 22 de abril de 2011

IMPUESTO AL RECUERDO

IMPONER, qué palabra fuerte ¿no?, se habla de imponer leyes, de imponer conocimientos, de imponerse, de imponerte, de imponerme… Al menos de eso habla mi mente, todo el tiempo, habla de imponerme al olvido, sí, al olvido… ese lugar lejano lejano en el que tu nombre no está, en el que tu sonrisa se disipa poco a poco, donde tus ojos se ven nublados, donde a mí me veo nublada. Estoy allí por minutos, por algunas horas quizá, y soy una imagen borrosa, te intento alcanzar pero no te encuentro, es un lugar en el que no quiero estar pero en el que debo imponerme estar. Tal vez, a la larga se haga habitable, tal vez a la larga sea soportable el estar ahí sin vos, después de todo hoy estoy viviendo de recuerdos, no te tengo conmigo, asi que ¿qué diferencia habría?

De imponer, por otro lado, también habla mi corazón, porque lo que siente se impone a lo que pienso, a lo que debería hacer, se impone a todo intento de olvidarte, no hace más que reflejar tu rostro una y otra vez, sin cansancio. Tiene más fuerza aun que la palabra IMPOSICIÓN, porque traspasa todo refugio en el cual quiera quedarme para no ver tu rostro en todas partes. Se impone deliberadamente a que no te olvide, a que tu tierna mirada se quede grabada en mis pupilas. Sin embargo, me mantiene en un letargo dulce, porque es dulce mientras estés en mis sueños, y aun estás ahí, quiero que lo sepas, en cada uno de ellos, pero es como cuando tanta dulzura provoca que luego todo te sepa amargo. Así es, me despierto y no estás en mi realidad, tan solo en imágenes recortadas que vagan por mi mente, y las detengo una a una, las observo con delicadeza para no olvidar ni siquiera tus líneas de expresión, ni siquiera el más mínimo de tus detalles, y permanecerme ahí, permanecerte ahí. Imponerme ante todo para no olvidarte nunca…
Sin embargo, mi corazón tiene la fuerza para imponerse ante mí cuando se trata de recordarte, pero es un cobarde cuando se trata de hablarte, de intentar siquiera decirte todo lo que siente y ha sentido. Ahí es donde debería actuar yo ¿no?, ahí debería imponerme y animarme a buscarte, aún sabiendo que corro el riesgo de encontrarte y tener que ser valiente. Pero yo no soy valiente, pocas veces lo he sido, es por eso que me esmero en recordarte, porque verte otra vez significaría ser lo suficientemente valiente para mirarte y no perderme, para mirarte y no pensar en milésimas de segundos en esos dos meses que vivimos. Fue poco el tiempo para conocerte por completo, pero lo hiciste especial, lo hiciste mágico ¿sabías? Fueron instantes ideales que nunca creí que iba a vivir, nunca había creído hasta conocerte que alguien podría importarme tanto. Es una pena que lo haya arruinado todo. Sos el recuerdo más bonito que puedo tener, y aunque mi alma esté dentro mío, lo que más añora es que te la quedes vos, así como te quedaste con ese pedacito de mí que no quiero recuperar, porque quiero que sea tuyo. Y esperar sí, que quizá en unos años lo sigas teniendo y aunque sea muy pequeño lo juntemos con el que tengo de vos y se vuelvan como el fuego, como una llama inalterable de lo que todo nació y por lo menos en mí, nunca murió… 



TI-EMPO

Últimamente, la mayoría de mis días son parecidos, debe ser porque no hay ningún factor que los altere, debe ser porque ese factor se ha ido de aquí desde hace mucho tiempo.
“De pronto la palabra ‘tiempo’ suena raro… hay esquinas que es mejor no esquivarlas, hay riesgos que no implican mente y alma, hay palabras que rozan la locura y locuras que curan con ternura…”
Sí suena rara esa palabra, así como suena raro afirmarme que todavía te siento, suena raro decir que hace mucho TIEMPO te fuiste, y aún mas raro es creer que te espero, que te sigo guardando un lugar en la almohada igual al nido que hiciste cuando apenas te conocí. Fue una noche como cualquiera, pero el conocerte la hizo distinta, la hizo única, la hizo especial. Pero hace Tiempo que sucedió, y realmente ¿quiero seguir viviendo recordando esa noche? ¿Recordando ese tiempo? ¿Recordándote tanto? ¿No sería mejor avanzar?


Conozco la respuesta a mis propias preguntas, es sólo que no quiero decirla, no quiero volverla real, porque vos ya no sos real aquí, te volviste un mundo aparte en el que me gusta refugiarme de vez en cuando, es un mundo al que me gusta volver, un lugar que quizá debería evitar, del cual debería querer escapar, pero es tan cálido que no me apetece alejarme de él. Allí te tengo, te sueño y estás presente, allí te veo sonreír y no hay nada en el mundo que se asemeje a eso, allí te veo y me ves, me vuelves a provocar esas sensaciones inimaginables que solías crear. ¿Por qué querría dejar de tener ese mundo?
El tiempo hace lo suyo, el tiempo arrasa con sus alas enormes y lo transforma todo, el tiempo, los segundos, los minutos, son mi compañía ahora, pero nunca llegarán a reemplazarte, y de todos modos no les hago caso, no los quiero seguir. El tiempo pasa y yo sigo en un mismo lugar, sigo volviendo a tus ojos, y sigo volviendo a tus fotos, esas imágenes que duelen porque no estoy a tu lado, pero que tranquilizan porque me muestran que exististe, que no te inventé, que estuviste en mi vida en algún momento y que estás bien.

Momentos, tiempo, tardes, noches, plazas, cines, calles, los recorro, los paso, los veo, y pienso que tienen una tonalidad diferente cada día, tienen un color gris claro desde que no estas conmigo en ellos, pero tienen un color rosa cálido cuando recuerdo aquel banco en el que nos sentábamos e intentabas conocerme, con lo difícil que te lo hacía, intentabas entenderme, con lo difícil que era, pero en ese entonces me querías, en ese entonces era alguien en tus días. Hoy ya no recuerdo lo que es, ya no recuerdo cómo era tu timbre de voz, no recuerdo tus palabras, tu tonada particular. Sin embargo, recuerdo cómo me querías, recuerdo como era quererte, recuerdo la inmensidad de emociones fundidas y mezcladas que provocabas en el fondo de mi pecho, sentía un tamborileo que no he vuelto a sentir cada vez que te asomabas, cada vez que te esperaba, cada vez que te veía llegar. Y ponías, si, esa media sonrisa que enternecía todos tus gestos, y era única, y aún hoy espero volverla a ver…
No es extraño que te recuerde todos los días, ayer mientras caminaba y veía las pequeñísimas gotas de lluvia, estaba en la parada de colectivo donde te despediste de mí el primer día que salimos juntos, pero era diferente aquella vez, ese día no quería que el colectivo llegase, quería quedarme con vos, y ayer sólo quería volver a casa, porque sabía y tenía bien en claro que no aparecerías para retenerme, porque desde hace mucho que no apareces por aquí. Es por eso quizá, que tengo un hueco en el pecho, es como una habitación vacía con algunos pocos cuadros llenos de momentos, y una silla que te espera paciente, una silla que sólo te pertenece a vos. El mundo entero podría querer caber allí, y nadie podría entrar, nadie podría sentarse, porque está hecha a tu medida, con madera de roble y con tu perfume en ella, el perfume que solía encantarme y que ya no recuerdo.



Quiero que sepas que estás muy cordialmente invitado a ingresar en esa habitación, nunca nadie la ocupará, y sólo a vos te pertenece, es única en el mundo y puede que esté llena de todo lo que no pude darte, de todos los besos que guardé, de todos los abrazos que no di, y de todo lo que sentía y jamás te dije.
Puede que sea sólo una idea platónica, puede que suceda y puede que no, pero ese lugar no dejará de existir, no mientras siga creyendo que nuestras almas van a verse otra vez, y que si existe esa segunda historia no volveré a perderte, ni volveré a perderme. Serás ese único lugar en el que quiera estar…


IDEA

Y es así, tan solo así, como hay días cargados de mínimas ideas que se mezclan y se aclaran, forman una sola idea en particular. Es solo que hace meses la dibujo, pero desearía que no fuera la tuya, realmente deseo recordarte cada día pero no así, no aferrándome a esa mínima idea que de a poco se desvanece.
Y es así, que hay días en que me encuentro pensándote y recreando momentos en mi mente como si aún pertenecieras a mi vida, esperando y tan solo esperando que algún día quieras volver.
Y es así, que ya no quiero pensarte de esa manera, ya no quiero desperdiciar días a la espera de tu sol, ese que iluminó mi desorden y lo ordenó todo pero que hace mucho ya no sale por aquí.



Sin embargo, existen momentos, lugares y aromas inevitables, me hacen regresar a una tarde, a una noche, a un sitio en el que me hubiera gustado quedarme, mirándote como si mi alma te perteneciera y mi corazón bombeara por el sólo hecho de que estuvieras ahí.
He escuchado que “todo tiempo pasado fue mejor”, no podría decir que ha sido así, pero si pudiera borrarte de ese tiempo sé que jamás lo haría. Todo lo contrario, elegiría sellarte en el tiempo, y quedarme en los diferentes instantes que nos hicieron estar bien.

Pero hoy, hoy ya no quiero quedarme detenida en el tiempo, aunque haya sido extraordinario, hoy deseo recorrer, descubrir, sorprenderme. Hoy deseo que esa pequeña idea tuya permanezca en mi memoria pero no en mi presente, porque sé que si la sigo congelando y observando jamás veré lo que hay a mi alrededor. Así como no debí haber visto nada mas que tu mirada en esos instantes, así como debí haberla disfrutado a mas no poder, y así como lo que ocurrió no puede modificarse, lo que ocurre hoy, sí puede. Por eso es que ya no puedo seguir conteniendo esa idea ni condenando a mi alma a la soledad, ni siquiera obligándola a buscar una idea similar sabiendo que no es factible encontrarla; no sirve que siga extrañándote, no después de tanto tiempo y de tantos cambios.
Quizá, solo quizá, algún día vuelva a verte, pero si no será hoy, tengo que golpearme con realidad y continuar, tan solo continuar, y dejarte ir sí, dejar de conservarme en esa cámara de recuerdos y rostros tuyos, dejar de soñarte por la noche, de imaginar una escena feliz en la que me quieres aún a pesar de mi error, porque nada de eso es real, y nada de eso va a llevarme a algún lugar. 

DÍAS COMO HOY


 “No eran las esquirlas del rencor, eran telarañas en el corazón”… Y no hago más que retener tu imagen en mi mente días como hoy, días en que quisiera recordarla y no recordarla. Días como hoy quisiera no tener huecos y espacios enormes en las habitaciones de mi alma, no quisiera tener telarañas en los recuerdos de tanto retenerlos, de tanto intentar olvidarlos, aún cuando se sabe que no lo logro del todo. Días así, como hoy, a esta hora, en este momento, con esta misma ropa puesta, con la misma silla esperándote, la misma cama pero sin vos en ella, el mismo escritorio lleno de cosas sin importancia, permanecen… 


Todo lo que no tiene importancia permanece, sigue estando en el mismo lugar, sin embargo vos, vos no estás acá sentado mirándome hablar, escuchando en mi mirada lo que mi voz no sabía pronunciar, esperando más de mí de lo que yo misma podía esperar.
Días como hoy, la lluvia está ocupando tu lugar, “hoy llueve, hoy duele” dice una de esas canciones que usualmente escucho para retenerte en mi mente, divagando un ratito por lo menos para no olvidarte del todo, deseando que estés en mi puerta esperándome y no en mi mente siendo irreal.

  

La lluvia siempre me ha gustado, siempre he disfrutado el escuchar las gotas caer, una a una, golpeando el suelo… es solo que hoy cada gota lleva tu nombre, tu rostro, y no quiero verlas, no quiero disfrutarlas si no estás acá, no tengo la valentía para mirar esos recuerdos y que no duelan en la parte izquierda de mi pecho. Ni siquiera soy tan valiente como para retener las gotas que lentamente caen de mí, hoy llueve por dentro porque ya no recuerdo tu voz, por mucho que lo intento ya no puedo sostener el hilo que conectaba el recuerdo con tu dulce voz, lo perdí quizá hace tiempo y sin darme cuenta. Y yo que tan identificada me sentía con aquella canción “Nunca podré olvidar tu voz, ni aunque pierda la memoria…” hoy me suena lejana, como todo lo que solía estar cerca de mí se alejó, la alejé, la ahuyenté.
Ya no puedo si quiera recordar cuánto y qué tan rápido latía ese motor que llevo en mi parte izquierda, ya no recuerdo cómo era dejarse llevar por ese ritmo fugaz, efímero, eufórico. Ya no recuerdo cómo era que tu corazón y el mío latieran así, al mismo tiempo, los dos juntos e irremediablemente locos, sintiendo el uno por el otro lo que la noche y el día generaban, sintiendo ansias cuando no estábamos cerca y sintiendo una maravillosa mezcla cuando sí lo estábamos. Sintiendo sí, sintiendo mucho y pensando poco. Eras lo que más necesitaba en aquel entonces, ¿cómo puede ser que no recuerde tu voz? tus Te quiero, tus consejos, tus chistes, tus halagos, tus verdades. ¿Cómo puede ser que un día deje de recordar algo tan intenso? Si aun sueño con tus gestos, aun sueño tu mirada, y allí en el compartimiento secreto de los sueños eres feliz, sonríes como solías hacerlo, y allí soy valiente y aprovecho tenerte conmigo, allí nuestros labios se rozan y aunque lo que nos rodea no tenga sentido, vos completas todo sentido. Pero… ya no sé si quiero seguir soñándote en momentos tan felices, porque se que al despertar es imposible que todo aquello se haga realidad. No soy valiente, para nada… entonces ¿Por qué me atrevo a soñarte? Si debo enfrentar la cruda realidad al despertar…


Días como hoy, quisiera despertar, despertar y tenerte, despertar y que me abraces, que seques las gotas que extrañamente dejo caer y me digas que todo va a estar bien, que me quieres y que eso no ha cambiado, como solías hacerlo…
Es solo que días como hoy quisiera no estar escuchando el sonido de este corazón que se ha cansado de intentar encontrar en otros sitios lo que solo encontraría en tu sitio. Días como hoy quisiera saber dónde estas, aunque no vaya a buscarte, quisiera poder ver la lluvia y mágicamente escuchar tu voz, así podría guardarla para siempre y no olvidarla nunca mas… Días como hoy quisiera viajar hasta donde sea que estés, contarte todo este gran secreto y ser valiente por primera vez en mi vida, confesarte que nunca nadie podrá reemplazarte, porque nunca encontraré otra gota en medio de esta lluvia que se parezca a vos…


En días así, quisiera estar ausente de mi, y estar presente en vos, en tu motor izquierdo, en tus recuerdos, y en cada sitio, así como vos estás en cada rincón de esta habitación que nunca será la misma… nunca perteneceré a este mundo así como lo hacía cuando estabas conmigo.  Nunca mi alma tendrá el mismo latido acelerado como cuando te pertenecía, porque vos lo provocabas, o quizás sí, quizá consiga sentir otra vez un latido similar, pero no será igual…
En días así, y en el resto de los días, solo me queda esperar a encontrarte de nuevo alguna vez, no importa el sitio, ni el momento, ni el modo, tan solo esperaré, “…en algún lugar, te espero”.

jueves, 21 de abril de 2011

ARCHÉ


Partiendo de que TODO en esta vida es relativo, ¿cómo puedo llegar a una conclusión de algo? ¿Cómo hacerlo si todo depende de cómo se lo mire?. La mirada de uno, la interpretación, los juicios de valor lo dicen todo, al menos si dejamos que lo digan todo, y ese todo nos llegue… Pero, la mirada de hoy no siempre será similar a la mirada de mañana, la opinión de hoy puede seguir y puede ser firme hasta que algo extraordinario ocurra y la cambie para siempre. Si todo cambia constantemente, ¿qué cosas permanecen? ¿Permanecen solas, de por sí, o somos nosotros los que debemos hacerlas perdurar? ¿Qué recuerdos quedan? ¿Cuáles deciden marcharse? ¿Qué palabras se congelan y cuales se olvidan? ¿Qué miradas se detienen en el tiempo? ¿Cuáles sentimientos nunca deciden irse?.

No es tan fácil saberlo, no es fácil plantearse lo que uno desea, lo que uno añora, y a la vez debería ser lo más sencillo del mundo, debería ser algo que se siente o no se siente, que existe o deja de existir, debería tener más certeza que cualquier otra cosa, debería haber seguridad en ello, pero la seguridad se torna una utopía a veces. Es fácil saber si tenemos hambre, porque es algo físico, sentimos que nuestro estómago llama nuestra atención, pero ¿qué hay de aquellos ecos, aquellos recuerdos, emociones, sentimientos que deciden no llamar la atención? Aquellos que permanecen en el fondo de un océano y se niegan a llegar a la superficie. Por otro lado, tampoco pasan desapercibidos, en algún momento del día, de la semana, del mes aparecen de la forma menos pensada, porque claro… un sentimiento no debería ser pensado, simplemente existe, surge, nace, incrementa, disminuye, es como una luz capaz de apagarse y prenderse en el momento más inesperado…

Es sólo que provoca a veces enojo el hecho de valorar al perder ese sentimiento, de actuar a destiempo, de dudar y dudar, de querer pensarlo todo, de ansiar que todo suceda YA, de auto engañarnos, pero el alma no actúa como queremos, el alma tiene algo así como vida propia, incluso al equivocarnos en una palabra y mencionar otra, incluso en ese entonces estamos dejando escapar aquello que más querríamos encerrar, aquello que quizá es mejor olvidar, esconder, enterrar. Sin embargo, resulta gracioso cómo de manera tan simple la vida demuestra dónde, cómo y cuánto te has equivocado, al no haber estado en aquel sitio, al no haber dicho esas palabras, al haber evitado lo que debía enfrentarse. SIEMPRE, terminamos aprendiendo algo, es sólo que deseamos haberlo aprendido antes, es sólo que deseamos habernos animado antes al encuentro, haber deseado y haber realizado, haber sido valientes…

Si ese deseo es el amor, se debe saber que el estar completo implica la compañía y la presencia de alguien más, de un alma más que no se frene, que lo descontrole todo, que saque lo que está encasillado del lugar siempre tan confortable, que descoloque el panorama, que lo de vuelta y genere una energía que nunca antes has sentido, que genere que el cuerpo quiera ir al encuentro, y que la razón se pierda en el camino, sin interferir con los sentimientos, simplemente dejarlos libres, porque todo es probable si el alma se anima a sentir y vencer, a dejar de lado las estructuras y enloquecer un poco, creo que la clave está en permitirle ser como es…

FUTURO CONDICIONAL


Si pudiera pedirle algo a una estrella con la certeza de que ésta me lo concedería, pediría conocerte nuevamente, pediría congelar cada momento de ese poco tiempo y mirarte, contemplar tus detalles, pediría también una tarde entera frente al mar sentados uno al lado del otro sin pronunciar palabra alguna, simplemente un abrazo que sellaría el pacto, pediría que te quedes toda una noche conmigo y que olvidemos todo.

Si me preguntaran quién fuiste para mí, diría que fuiste un instante, el más precioso de todos, un instante al que regresaría en todas mis vidas, un instante mágico e ideal, diría que fuiste un secreto, un misterio y que siempre lo serás, diría que fuiste mi héroe.

Pero por pedir, pediría ir caminando de la mano, y que fueras el único al cual le brindara mi alma, pediría que caminemos toda la vida y que nos detengamos solamente a sentir, a sentir el viento que golpea nuestras caras, a sentir el sonido del mar que traduce todo sentimiento, toda perfección, a sentir la lluvia con un beso, tiritando de frío pero juntos. Pediría que nuestras almas se unan algún día, que ese día llegue, no importa cuando, ni dónde, ni cómo, pero que ese día te vuelvas eternamente mío y me cambies para siempre, que todo de mí te pertenezca y que todo en mí lo quieras.

Dejaría que me sorprendas, y pediría sorprenderte a cada minuto, me volvería impredecible así jamás te aburrirías, buscaría darte todo lo que no te di, y haría que olvides el pasado.

Por hacer, te haría regalos, te regalaría todas mis sonrisas, mis secretos, mis pensamientos, no te escondería nada.

Por quererte, lo haría todo más simple, te querría desde el infinito a la nada misma, y te tocaría el alma con suavidad, con gentileza, con cariño. Te cerraría los párpados y te vería dormir, contemplaría esa obra de la naturaleza y pensaría “qué feliz me siento en este instante”, para guardarlo para siempre y no olvidarlo jamás.

Te miraría a los ojos, te acariciaría el rostro y te daría un beso de esos que no se borran nunca, de esos que recuerdas hasta el último día, de esos que humillan a la soledad.

Por conocerte, te conocería por completo, cada nimiedad, cada defecto, y cada virtud, y los querría, los querría porque son los que te hacen ser quien fuiste conmigo, conocería todas tus manías, tus pensamientos, tu ideal, tus miedos, y los querría también, querría conocerte una y otra vez, de la misma forma y queriéndote aún más.

Y si ese “algún día” tarda mucho en llegar, buscaría la manera de encontrarte en otras miradas, en otros gestos, en otras almas, deseando que se parezca a la tuya, utilizándote como modelo de lo que siempre querré.

Y si ese algún día, jamás llegase, esperaría… siempre esperaría a que ocurra, a que ese instante que lo cambió todo, que modificó mi universo, ocurriera otra vez…

SIN RUMBO

Últimamente me parezco a un diente de león, pero no de esos llenos y suaves para soplar y que cada una de sus partes se aventure a volar lejos, no… me parezco mas bien a un diente de león vacío, de esos que no tienen nada que aportar, de esos que encuentras y ves que no te daría ninguna satisfacción soplar, y lo dejas, porque sí, está vacío…

Si tuviera que asomarme a una descripción tuya, diría que cuando te conocí, mi cielo estaba atestado de nubes negras, pero te encargaste de despejarlo, de poner frente a mis ojos un cristal para que viera que todo podía ir mejor. Y así fue, dejé de lado toda resistencia y me dejé atrapar por tu cristal, pero claro, no sabía que un día lo extrañaría tanto, y que iba a ser yo la encargada de romperlo…

Anoche no debí pensarte tanto, dabas tantas vueltas en mi mente que generaban que diera vueltas en la cama, no podía dormir y sólo por pensarte. Nunca debí acercarme tanto a tu recuerdo, y sigo haciéndolo, sigo siendo capaz de recordar tu rostro, el roce de tus manos siempre tan cálidas, tus brazos que solían rodearme y hacer que por pequeños instantes el mundo fuera un lugar menos doloroso, y sigo manteniéndote aquí, aun cuando realmente no debería…

No debería tampoco seguir en este lugar, sin rumbo, sin dirección, sin querer tomar un camino porque ninguno me llevará a verte. No debería desear saber dónde te encuentras, porque aún sabiéndolo debería tener en claro que se han ido lejos esos días en que solías pensar en mi como un ángel, se hayan tan lejos como el día de la noche, como el cielo de mí, como vos y yo.

“Hay distancias imposibles de acercar”, es lo que dicen algunos, pero yo si fuera valiente me pararía en frente de la distancia y le diría que no hay lugar para ella aquí, que tan sólo me queda un espacio por llenar y lleva tu nombre, si fuera valiente me arriesgaría a encontrarte, a buscarte donde sea. El corazón siempre sabe lo que quiere, lo que desea, lo que busca, y el mío lleva grabado a fuego tus iniciales, está totalmente ciego también, y sordo, no quiere ver ni oír otro latido que no se asemeje al que lo hacía feliz. Es testarudo, obstinado, y cerrado, así como en este momento permanecen cerradas las ventanas de esta habitación, así permanece cerrado, decidido a no ceder, a no dejar que nadie siquiera intente ocupar tu lugar.

Y si te contara sobre la razón, si te contara cómo logra paralizarme y cómo la culpo por haberse confundido y haber vencido a mi corazón, él sabía en el fondo que solamente quería la compañía de otro corazón, y era el tuyo, es sólo que no pudo latir tan fuerte, no pudo dar señales, había quedado totalmente bloqueado, sí, como se bloquea un río al crear un dique, así… no pudo avisarme que estaba cometiendo el error más grande, que te estaba dejando ir y eso no tenía perdón, ni aun lo tiene…

Imaginame como un dique, sí, un poco absurdo pero es a lo que mas me asemejo en este momento, se trata de una cantidad inmensa de agua, tan inmensa como un océano que intenta salir, pero ¿para qué existe un dique? Para impedir que esa agua salga y lo inunde todo. Llevo tiempo conteniendo una barrera enorme, tan grande como la de un dique, o quizá más, y no entiendo realmente por qué justo ahora esa barrera se debilita, justo ahora que han pasado meses en los que ya he probado tu ausencia, me da una probadita de un dolor punzante, un dolor que no necesito, porque no necesito extrañarte justo ahora. No cuando creía que lo tenía bajo control, cuando creía que mi barrera era más fuerte que el océano que se dirige a vos, no cuando había aprendido a evitar que tu rostro se asomara y quitara todo del lugar específico en el que lo había puesto.

En aquel tiempo, cuando podía proclamarte mío (realmente nunca lo has sido), por llamarte de algún modo, en aquel entonces nada tenía ubicación, nada tenía nombre ni un lugar específico, todo aquello de lo cual estaba hecha se dirigía hacia tu sitio, tenían un único destinatario, un único lugar a donde ir, un único hogar, y una única razón para existir. Hoy que hace tiempo no estás presente, en carne propia, presente como lo puede estar un libro en frente mío, presente y corpóreo, real y existiendo fuera de mí, hoy que no estás de ese modo, todo lo que tenía guardado para darte ya no tiene lugar a donde ir, ya no busca un lugar a donde ir, ya no tiene ojos para ver, ni oídos para escuchar, porque tu voz ya no está en mi memoria, se desgastó de tanto llamarla, decidió irse y no volver porque estaba harta de ser solicitada, ya no quería ser utilizada como recuerdo y entonces se fue… Así como te fuiste vos, exceptuando una cosa, vos no te fuiste porque querías, lo hiciste porque decidí no dejarte alternativa, te mentí, me mentí, nos mentí. Sin embargo, hoy “no soy distinta de aquella idiota que te quería”, y digo idiota porque así me hacías sentir, en el buen sentido claro, tan idiota como alguien puede estarlo cuando una luz lo enceguece, porque fuiste eso, apareciste así, como quien diría un meteoro, un meteoro que arrasó con mi noche y decidió no irse nunca de mi, porque seguís acá dentro, y mientras tenga una mínima luz que te mantenga en mí, podré estar tranquila.

Creo que nunca dejaré de esperar que ESE meteoro vuelva a mí, para recordarme por qué existo y para qué, y para hacer que mi corazón vuelva a latir en vida, de forma acelerada y arrítmica, para hacer que todos los motivos por los cuales lo espero, tengan sentido…

ESE meteoro era el único que lograba orientarme, el único que podía darme un rumbo, y desde que no pasa por aquí, me mantengo ciega, no veo ningún rumbo al que pueda seguir, y si de pronto apareciera un rastro de polvo estelar, una roca lunar, una estrella, un planeta, sé que no lo seguiría, porque sé que no querría estar en un lugar donde vos no estés, en un lugar del que mi meteoro no forme parte. Así que me mantendré fuera de toda órbita, porque aunque lo intente, ningún cometa o meteoro podría parecerse a ese, era único, tan único como puede ser algo que sólo ocurre una vez en la vida y decide desaparecer hasta hallar el momento exacto en el cual aparecerse otra vez.

Solamente me dedicaré a contemplar ese momento, y si es iluso no me importa, creeré en que llegará…

domingo, 17 de abril de 2011

MUROS Y DESTINOS


Es fácil aconsejar derribarlo, es fácil verle el sentido abstracto, lo difícil es evitar su existencia, pero sobretodo traspasar su consistencia, un muro automáticamente creado para no dejar pasar las ilusiones, para no dejar que se escapen y creen la irrealidad. Aquello que el corazón desea sentir no cabe en un muro, ni de uno ni de otro lado. Aún cuando la vista exterior sea fantástica, ¿cómo derribar un muro así?, ¿cómo abrir el alma que está sellada? Aquella que elige la seguridad por sobre el riesgo de la vida.

Es posible que el viento lo toque, que la lluvia lo moje, y que el sol lo haga arder, pero siempre seguirá existiendo, porque el miedo lo hará más y mas fuerte, es como un enemigo interno, y en el medio estoy yo.

Quizá deseo mucho, quizá espero demasiado, quizá no siento, quizá solamente pienso, y pienso y jamás distingo la diferencia. Sin embargo, el muro lo hace, mi muro, mi barrera, mi censura al corazón puede sentirlo todo, pero mientras sigan ahí, el viento, el sol, el agua nunca llegarán a rozarme. No viviré la vida como quiero vivirla, no me quemaré ni arderé en pasión, no sentiré de esos nervios que hacen sonreír de forma disparatada, no sentiré tampoco el aroma dulce y electrizante que atrae recuerdos y los congela, no sentiré vértigo ni palpitaciones con un beso. Pero, estaré segura, viviré sin miedos, viviré sin vivir completamente, viviré vacía e incompleta si jamás me animo a derribar aquel muro que me retiene, me encierra, me centra en el medio de un laberinto con miles de salidas lejanas.

“Mientras no elijas, todo sigue siendo posible”, y exactamente así es, cuando no hay determinación, decisión, y seguridad son miles las opciones que pueden presentarse, y se puede ir por la vida probando cada una de ellas, probando ser de diversas maneras para construir la verdadera personalidad, pero es como intentar ir por todos los caminos, jamás llegas a una meta, jamás encontras aquello que siempre buscaste, aquello que siempre supiste que necesitabas, eso que te condiciona si no existe, y te hace vibrar cada cuerda cuando está. En uno de los caminos está, pero se trata de tomar las decisiones correctas que nos lleven a él, de derribar todos los muros que sean necesarios, tanto nuestros como de otros, quizá también de ir tanteando las opciones, porque puede que en una de ellas se encuentre la llave que libera el alma y la complementa, convirtiendo dos almas en una sola, indivisibles y enteramente genuinas. Estas dos almas dependerán la una de la otra, y viajarán hacia las estrellas con cada mirada, con cada gesto compartido, se detendrán en medio de la nada a sentir y a que absolutamente nadie los vea, crearán órbitas que los protejan y superarán obstáculos si lo que sienten es verdadero y leal.

Es una cosa curiosa el destino que puede llevarte por el camino indicado o por el opuesto, por el cual puedas encontrarte con contratiempos y dificultades, pero ¿acaso no es mejor elegir siempre aquel que deja la experiencia en lugar de la satisfacción inmediata? Yo pienso que si. Pero en el mientras tanto, me niego a intentar llenar un lugar que no me corresponde, un lugar que debe ser ocupado por otra alma que no es la mía, y que debe hacerse lugar cuando quiera y deba aparecer.

Por un solo y gran motivo existimos y nacemos en un momento dado, porque así es el universo, así es que todo sucede cuando tiene que suceder, y ocurre si así debe ser, nada debe forzarse, y aún menos el amor. Nos sorprende aún cuando no estamos listos, porque creo que jamás se está listo para la grandeza que supone, puedo imaginarlo, puedo intentar pensarlo o definirlo, pero jamás llegaré a nada, nunca podré explicar cómo se siente el amor.

Es así, que pienso que casi todo en este mundo está predestinado, que existe una especie de plan sin instrucciones, para que no nos anticipemos a la vida, sino que ésta se nos anticipe a nosotros, para que nos dejemos sorprender y para que vivamos, simplemente vivamos…