viernes, 3 de septiembre de 2010

Catarsis

SILENCIO Y REALIDAD

“No me interesaba tener que callarme, porque mi voz ya no era lo primordial, cuando la realidad te deja mudo, hay que aceptarla y continuar, ignorar todo lo demás…”


Alguna vez pensaron a dónde va todo lo que no se dice? Lo que se calla, los pensamientos, las ideas, los argumentos, las respuestas, las preguntas, los sentimientos, la bronca, la decepción. A donde va todo aquello que no podemos decir? A donde van los gritos ahogados? La insatisfacción, el ahogo, el desasosiego.

Todo eso se pierde o se transforma?. Yo opto por la segunda, yo creo que todo lo que no es dicho en el momento, o incluso lo que jamás podemos soltar y dejar salir, se transforma en un agujero en el pecho que cada vez crece más.

Es cierto que hay muchas cosas que con palabras no pueden ser explicadas, hay muchos sentimientos y emociones que se manifiestan mejor en actos, en una mirada, en un gesto, un abrazo, una lágrima. Pero, qué se hace con todo aquello que intentamos decir y no decimos? Lo que nos consume y vacía, nos desorienta, nos pierde.

Incluso hoy, me cuesta encontrarme a mí misma, saber qué quiero hacer, calmar un poco ese agujero que late y late y cada día duele un poco más. Quiero que se calle, quiero poder decir todo lo que en mucho tiempo no pude decir, quiero gritar sin que nadie escuche, quiero ser más fuerte y responder, imponer mis opiniones y poder aguantar más de lo que he aguantado hasta ahora. Pero por qué siento que ya no puedo? Por qué me siento tan vacía y sin poder explicarme, expresarme? Por qué me quedo en la nada?. Es algo totalmente difícil de explicar, porque la nada no es estar bien aun queriéndolo, no es estar mal tampoco queriéndolo, la nada es estar perdido, sin rumbo, como en medio de un río sin saber cómo salir, cómo reaccionar, cómo enfrentar las cosas del camino.

Sé que lo que no digo, se termina transformando en algo más, sé que ese “algo” se va a ir algún día, se va a solucionar, como todo lo que tiene solución. Lamentablemente, pude comprobar, que querer terminar con todo de un día para otro, no te lleva a nada, o mejor dicho te lleva a la nada.

La pregunta siempre termina siendo la misma: por qué?.

Todo lleva su tiempo, ya lo sé, y lo he comprobado también, sé que estas sensaciones se van a ir, pero quiero poder cambiar o quizá volver a ser la que era. Una persona cambia, dicen, cuando la vida la hace cambiar, o cuando se lo propone. Bueno, a mi la vida me hizo cambiar, pero ahora quiero ser yo la que se proponga cambiar para estar mejor. Quiero aprender a descargar lo que no digo, aprender a decirlo, a expresarlo de alguna manera, porque eso que no digo se acumula en el cuerpo, se vuelve vacío, se vuelve dolor, se vuelve pérdida.

Creo poder afirmar que he sabido bancármela todos estos meses, pero esta vez tengo que afirmar que ya no me la sé bancar de la misma manera, ya no me siento tan capaz como antes de reprimir cualquier sentimiento, ahora mi cuerpo está hablando, mi cuerpo reacciona por todo lo que mi mente no quiere reaccionar, y no es la mejor manera, pero lo que se oculta, siempre sale, como sea.

Algunos pueden soltarlo en forma de enojo, algunos gritan, discuten, se enfrentan, lloran, ríen, abrazan, se molestan, en fin, algunos saben demostrar lo que sienten. Yo, en cambio, no puedo hacerlo así de fácil, pero sé que como con todo, lo voy a aprender.

Puedo cansarme de todo, de todo lo que me rodea, cansarme de lo que siento, cansarme de mí misma, pero no puedo eliminar a esa parte de mí que vive conmigo, porque aunque así lo quiera, soy yo y tengo que aprender a vivir con eso.

Muchos podrán pensar que es más simple de lo que digo, que es cuestión de desearlo y estarlo. Pero, no es tan fácil cuando se carga un peso distinto. Cuando la historia es distinta. Cuando estabas acostumbrado a tener problemas superfluos, y un día te despertás y te encontras con una encrucijada, te ves perdido sin saber qué rumbo tomar, sin saber cómo reaccionar, te olvidás de cuidarte a vos mismo porque son otras cosas las que importan más. En ese empeño de proteger a un ser querido, perdés la capacidad de cuidarte a vos mismo. No te interesa si tenés que callarte, llorar en un rincón, si tenés que esconderte, si tenés que sacrificar ciertas cosas, porque vos dejaste de ser lo primordial incluso en vos mismo. Y en ese intento de reprimir lo que sabes que te puede hacer daño, en ese intento de querer volver a vivir en una mentira que te hacía feliz, la verdad te pega en la cara, y qué haces? O mejor dicho qué podés hacer?. Nada, tenés que enfrentarla, porque no siempre la realidad nos gusta, y a veces la mente intenta protegernos de lo que nos desagrada, de lo que nos daña. Pero cuando ya no puede protegernos más, el cuerpo habla, te llama la atención y ahí es cuando no nos queda otra que prestársela.

Yo no sé dónde está ahora mi atención, pero sé que no quiero seguir focalizando mis emociones en mi cuerpo, quiero poder ser aunque sea un poquito como era antes. Puede ser quizá una utopía, pero quiero creer en que la voy a alcanzar.



No hay comentarios: