jueves, 24 de febrero de 2011

Supermamá


Cuando nacemos, lo primero que conocemos es a ese ser que nos amó desde que fuimos una “semillita”, lo primero que aprendemos a amar es a nuestros padres.

A medida que crecemos pensamos que son como superhéroes, que siempre podrán protegernos de todo y de todos, que a ellos nunca puede pasarles nada, que no se equivocan, y alimentamos una admiración enorme porque no entendemos cómo pueden ser tan buenos.

Eso entre otras cosas, es lo que yo pensaba de mi mamá cuando era chica, lo triste es haberlo pensado hasta mis 17 años, porque cuando vi que no era perfecta, que podía equivocarse y que sí, cometió un error inmenso, mi vida se frenó, o más bien, yo me frené en la vida, todo continuó girando y transcurriendo a mi alrededor y yo continuaba quieta porque no podía ser, eso no era posible, mi mamá no se equivoca, mi mamá es lo mas grande que hay, mi mamá no miente. Y así la consideraba siempre, mi mamá era mi mejor amiga también, todo en ella estaba bien, y siempre pensaba que cuando creciera quería ser como ella.

La idealicé demasiado, fui injusta, no le di oportunidad de ser imperfecta, no le di la chance de que pudiera cometer errores, como todos los seres humanos, la convertí en una idea que hoy ya no está, que apartir de ese día se esfumó como todas mis creencias sobre ella. Hoy sólo me queda el recuerdo de esa supermamá, pero en el fondo sigo siendo esa nena que espera que esa supermamá vuelva con ella, la rescate y le muestre el mundo que había aprendido a conocer. Sin embargo, no puedo seguir dejando que esa nena se apodere de mí, porque hoy ya no lo soy, hoy soy una adulta, tengo responsabilidades, tengo fortaleza, tengo madurez. Todo aquello no lo tenía y hoy sí, y son herramientas que me van a ayudar a dejar ir a esa mamá, a aceptar a la que tengo ahora, que está lejos de ser perfecta, pero es mi mamá, quizá no pueda cuidarme como antes, o protegerme de todo, pero ahora yo sola puedo hacerlo, ahora yo puedo enfrentar los problemas y dificultades.

Nubes en el cielo

¿Cómo hacés cuando querés estar en un lugar completamente distinto al que estás ahora? Vivir en otro lado, otra ciudad, otra vida que no sea la tuya, estar sola sin nadie que interfiera en tus asuntos, sin nadie a quien cuidar, sólo vos y la vida que querés crear de ahora en adelante.

¿Por qué cuando todo aparenta estar mejor siempre hay pequeñas cosas que lo arruinan? No sé si debería llamarlas pequeñas, lo hago porque ha habido peores rachas…

¿Cómo hacés cuando diariamente te toca repetirte una y otra vez: ya va a pasar, ya va a mejorar, de a poco…? Y al día siguiente ves que la situación se torna extraña otra vez, que no siempre podes verle el azul al cielo y comenzás a divisar puras nubes, nubes que te ahogan y quitan la respiración. Intentas recuperarla y tranquilizarte, intentas no darle tanta importancia, sólo ser más perspicaz, más fuerte, más comprensivo. No enojarte con alguien que no puede volver a ser lo que era, con alguien que ya cambió.

Uno o muchos sucesos pueden alterar la vida de una persona, y de toda su familia… o bueno, quizá no toda, pero sí de los que más cercanos están a ella.

Esa persona puede dejar de ser quien conociste por años, quizá desde que naciste, y ver que ya no es TU persona es una cosa, pero aceptarlo, digerirlo, es otra… Yo quisiera poder aceptarlo de una vez, así me ahorro la amargura que siento cuando lo que hace o dice me sorprende, porque ya no debería hacerlo, ya no debería sorprenderme si lo hubiera aceptado desde un principio. Mi mamá no va a volver a ser la mamá que tuve toda mi vida, claro que su esencia permanece y permanecerá en ella. Su forma cariñosa de ser, lo cual en este momento me hace llorar porque no puedo soportar que me dé cariño, por lo menos no quien es ahora, y quien ha sido desde que ocurrió lo que normalmente elegimos llamar “incidente”. Asumo que es normal, que soy adolescente y a casi ningún adolescente le gusta que lo apretujen y lo traten como a un bebé, pero después de todo lo que pasó, pienso: ¿no debería yo reaccionar de otra manera? ¿no debería estar feliz de que está conmigo hoy, de que el río no se la llevó? ¿por qué siento enojo entonces?...

Sé la respuesta a eso, pero continúa siendo siempre la misma por lo menos hasta que mi corazón malcriado entienda que ella no volverá a ser la misma, hasta que entienda que las pocas probabilidades que hay de que eso suceda se están esfumando. Hasta que aprenda a querer de nuevo a esta mamá que tengo ahora, hasta que aprenda a aceptarla como es, con sus defectos y virtudes. Quizá la mamá que yo creía tener se fue ese día con el correr del río, y la que tengo hoy es un ser imperfecto que intenta mejorar pero a veces vuelve a ser débil. Es una pena que mi orgullo y mi negación no me dejen valorarla tal cual es. Pero a mí también me tocó cambiar, por lo menos en el plano familiar, no voy a volver a ser la que era, no puedo volver a ser una nena cuando he tenido que afrontar la responsabilidad de una “madre”, cuando los roles se han invertido y me ha tocado poner un hombro a quien toda mi vida lo puso para mí.

La vida es un ciclo, es lo que dicen muchos, lo que nos es dado desde que nacemos debemos devolverlo cuando crecemos, pero quién hubiera dicho que eso me iba a suceder tan pronto. Siempre imaginé que tendría que cuidar de mi mamá viejita, cuando yo tuviera 40 y ella 80. Pero bueno, nadie elige las circunstancias, la vida da vueltas y tumbos, y a veces te caes y te lastimas mas profundo que otras, pero todo siempre sana, hay que aprender a ver el azul del cielo aun cuando sólo creas ver nubes…