martes, 6 de diciembre de 2011

FRAGMENTOS


Hace mucho, quizá meses, que no escribo... Podría atribuirlo a la falta de tiempo, o bien como siempre, a mis pocas ganas de enfrentarme a lo que siento, y a cómo pienso.
Nunca había experimentado lo que era estar en contra de uno mismo, tener algo así como dos o hasta tres pensamientos paralelos, tener tantas dudas e inseguridades. Claro que lo debo haber pasado, quizá años atrás, pero nunca a este nivel. Nunca me sentí tan enojada o molesta por ser quien soy, por no poder decidir sobre qué hacer, sobre si algo está bien o mal para mí, no para el resto del mundo. Me cuesta cada día más hacer las paces conmigo, no verme como una enemiga, sino intentar actuar como una persona íntegra, no dividida.

Es increíble darme cuenta de tantas cosas hoy, de tantas decisiones que tomé hace un año o dos, verlas ahora con otros ojos, con otra claridad, con otra intensidad y nitidez. Ver qué tanto me faltaba y aún falta por aprender.
Soy fiel a creer que las personas pueden cambiar, o por lo menos de eso intento convencerme, de que cuando se vive lo suficiente el cambio se da por sí solo, pero ¿cuándo será suficiente? ¿Cuándo voy a poder mantener una decisión hasta el final, una idea, un sentimiento?
Pareciera que es divertido y hasta fácil, entretenido estar conociendo a alguien cada un mes o dos, pero siento que estoy acortando los tiempos, que estoy pasando el tiempo y la vida simplemente por pasar, que todo transcurre en frente mío y yo simplemente miro. Y, cuando decido dejarme llevar por el momento, disfrutarlo sin importar las consecuencias, mi terca cabeza se encarga de castigarme por un tiempo. Pero, cada vez que conozco a alguien es como si todos mis sentidos  se agudizaran, como si sintiera con cierta intensidad pero a la vez tan tenue que no logro notarla, sabe ser disimulada. Comienzo a pensar y proyectar un futuro ya sea en días o sea en meses, comienzo a hacer planes, a intentar integrar a esa persona a mi vida, intentar arriesgarme a que conozca todo de mí y aun así decida quedarse. Es por eso que dejar a alguien ya sea después de un mes, de dos, o de algunas pocas semanas, no es tan fácil como suelo plantearlo. Lo es sí, es más fácil abandonar el campo antes de que el campo me abandone a mí, pero se depositan ciertas cosas en esa otra nueva persona, se deposita cierta confianza, por más que en mi caso sea mínima, cierta ingenuidad, cierta ilusión. Y esa persona deja aunque sea muy corta o muy chiquita, una huella en mí, y quedan en mí las cosas que esa persona dio, me brindó, quizá sus deseos, sus planes, sus ilusiones. Y yo decido cargar con darle el fin a todo eso siempre, ya sea por cobarde o porque no sirvo para esto, pero termino por hacerlo una y otra vez, y termino por sentirme fragmentada, como si tuviera muchas y pequeñas grietas, como si partes de mí se fueran gastando cada vez que digo adiós y corro lo más rápido que pueda.
Nunca fui buena corredora físicamente, nunca tuve mucha resistencia, pero en cuanto a correr y evitar las situaciones que me pongan al pie del cañón, soy toda una experta.
No puedo, sin embargo, seguir hablando de mi cabeza, o de mi mente como si fueran algo exterior a mí, yo soy mente, cuerpo y sentimientos, yo decido ya sea en base a uno de ellos o en base a todos. Es sólo que cada vez se me hace más difícil saber a qué pensamiento hacerle caso, o bien si hacer lo que siento, ya que no siempre esto último es lo correcto, no siempre lleva a una buena solución.
Así que vamos sumando, además de no aceptarme, de sentirme fragmentada o cansada, me siento perdida también, me siento incoherente. Tengo principios que no sigo, pensamientos que no respeto, deseos que no llevo a cabo y todo por miedo, por equivocación, por temer a que los demás me juzguen cuando soy yo la única que no paro de juzgarme.
Claramente tengo asuntos que resolver conmigo y mi alter-ego como me gusta llamar a esa parte de mí que no quiero, quizá porque no la comprendo, quizá porque me hace sentir culpa por todo, quizá porque le tengo tanto miedo que prefiero hacerle caso a tener que soportar los castigos. Quizá hay muchas cosas que no estoy comprendiendo sobre mí, supongo que tendré que averiguarlo sola, nadie más puede darme la seguridad que tengo que conseguir por mí misma, o bien nadie me va a ayudar más que yo misma a poder reconciliar esas partes que están tan escindidas en este momento. 

No hay comentarios: