Creo que
siempre que mire la luna, voy a saber que no estoy sola, que estás
conmigo. Sabré que puedo compartirlo
todo con vos, contarte lo claro y lo oscuro que hay en mi, lo confuso y
exagerado, lo trivial y lo importante. Creo que recién ahora estoy dándome
cuenta de lo inmenso que es esto, de que no hay modo alguno de describirlo, ni
de hacer un esbozo sobre lo que me hacés sentir con solo mirarme. Creo que
tenerte tan cerca no se compara con ninguno de los placeres que pueda
disfrutar, es admirarte mientras no tenés idea de lo que pasa por mi cabeza, ni
de lo que amaría poder decirte y todavía no sale. Creo que estoy sintiendo algo
mucho más grande, más en serio, más duradero que las veces anteriores, es como
si todas hubieran valido la pena si hoy me trajeron hasta acá, con vos.
Es increíble
como me cambiás el día sin darte cuenta, como me hacés reir y olvidarme de
cualquier cosa. Todo se termina por reducir a ese instante, ese mínimo momento,
chiquito y quizás fugaz, en el que sé que te tengo, que te siento mío y me
siento tuya, los dos parte de un mismo plano, en el que no hay nadie más alrededor.
Da miedo, sí… lo tengo que reconocer, pero con vos lo quiero enfrentar, porque
lo valés, vales todo lo que pueda darte. Sos para mí, aun más inmenso que la luna, a
ella solo puedo contemplarla unos minutos y a vos podría mirarte dormir por
horas, podría perderme en esos dos faroles celestes y no querer volver a
la realidad. Creo que podes, y que sos el fin a tantas transiciones, que puedo
dejar de ir de un lado a otro, porque ya encontré el lugar donde quiero
quedarme, ya sé con quién dejar mi corazón…
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